¿Cuál es nuestra relación con la naturaleza? ¿es una relación de robo o cuidado? ¿preservamos su biocapacidad o agotamos sus bienes y servicios necesarios para nuestra vida y supervivencia? Este tipo de interrogantes no se plantean ni responden en conferencias como Glasgow, declara el eco-teólogo Leonardo Boff. Lo real es el acercamiento a nuestra propia extinción señalado en el último informe del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), que comprueba nuestra participación como artífices de la crisis climática.

La COP26 realizada en Glasgow entre el 31 de octubre y 12 de noviembre del presente año tendría que complementar el libro de reglas para implementar el Acuerdo de París, dando aportes necesarios con la finalidad de promover nuevas metas de mitigación, adaptación y financiamiento climático. Si bien fue postergada debido a la pandemia este hecho generó más expectativas, pensándose que esta cumbre conseguiría mayores resultados.

Las constantes movilizaciones de la sociedad civil en los exteriores de la COP reclamando mayor ambición y justicia climática; el impactante video con el agua en las rodillas del ministro de Relaciones Exteriores de Tuvalu, Simon Kofe interpelando acción frente al cambio climático ante las posibilidades un aumento del mar debido a la crisis climática aunado a las lágrimas de frustración de Alok Sharma, presidente de la COP26, frente a la suavización de las ambiciones en el acuerdo del clima o Pacto de Glasgow, pareciera colocar un futuro sombrío e incierto sin resultados, encontrándonos inmersos en un laberinto de soluciones.

El Pacto de Glasgow hizo referencia al carbón como el principal emisor de gases de efecto invernadero, causante de la crisis climática, el texto final apuntó hacia disminución gradual de éste. Además, se propuso retirar los subsidios a combustibles fósiles, aunque se señale que deben ser solo aquellos “ineficientes”, lo cual denota un lenguaje que deja al libre albedrío de los países su aplicación, dependiendo si son o no “ineficientes”. Esta situación es calificada de desacierto, sin embargo, su aparición denota un avance que apunte a una transición energética progresiva.

Por otro lado, diseñar el plan para atender las pérdidas y daños a causa de los impactos del cambio climático, es considerado tema pendiente; pues si bien los países afectados y más vulnerables exigieron a los países desarrollados crear un mecanismo de financiamiento para tratar dicho punto, estos no aceptaron, a cambio propusieron “dialogar” al respecto. También, generó preocupación la ausencia de países como Australia, Rusia y China, los cuales impiden avanzar en la lucha contra cambio climático.

No obstante, a pesar de los desaciertos o pocos logros alcanzados durante la COP26 calificada de compromisos ambiciosos pero insuficientes, resulta indispensable resaltar que existen importantes acuerdos, por ejemplo, haber reconocido la información emitida por el IPCC, sobre la base de ello enfatizar la necesidad de estabilizar las emisiones y no pasar de los 1.5 C°, de esta manera, que los países aumenten su ambición climática, teniendo como sustento el dato científico.

Adicionalmente, la Cumbre del Clima de Glasgow colocó en el centro de la conversación a los pueblos originarios y relanza su papel como guardianes de los bosques para hacerlo posible, Reino Unido, Noruega, Alemania, EE UU, los Países Bajos y 17 donantes estadounidenses se han comprometido a apoyar con 1.470 millones de euros a los pueblos indígenas desde ahora y hasta 2025 en su papel de protectores del territorio y aliados en la lucha contra el cambio climático, consolidando la premisa que para salvar el futuro del planeta solo será posible si se trabaja con las poblaciones indígenas y comunidades locales; a la par se firmó un pacto para detener y revertir la pérdida de bosques y la degradación de la tierra para 2030. Nuestro país se ha sumado a dicho compromiso y será fundamental la asistencia técnica e implementación para controlar la deforestación.

Esta COP presentó y aprobó el primer informe sobre Determinación de Necesidades en Países de Desarrollo que es la base para conocer cuál es el monto del financiamiento para determinar la nueva meta. En esta misma línea, el Pacto de Glasgow propone mejorar el acceso al financiamiento climático por parte de Bancas Multilaterales de Desarrollo y otras entidades financieras.

Glasgow se ha caracterizado por convertirse en un laberinto de soluciones y al mismo tiempo de retos ad portas de la próxima cumbre climática en Egipto, definitivamente , el código rojo expuesto por el IPCC unido a la pasividad y ambigüedad de la acción climática en los gobiernos ha provocado mayor involucramiento de la sociedad en distintos niveles a través, por ejemplo de los litigios climáticos y que, al mismo tiempo impulsa a hacer seguimiento a los anuncios realizados dentro de esta COP, ya sea en materia de deforestación, transición energética, etc.

La agenda pendiente para cada uno de nosotros- miembros de la misma familia humana y en salvaguarda de la Casa Común- es exigir el aumento de los compromisos climáticos que incluya acciones concretas, bajo criterios de implementación científica y participativa tanto en adaptación y mitigación, ambas con el mismo nivel de importancia.

Finalmente, es nuestro deber solicitar mayor transparencia en la acción climática con la finalidad de saber cómo vamos mejorando en los procesos antes señalados, y evaluar las brechas que afrontamos, actuando desde ya.